Al fin terminé de trabajar con las niñas de la escuelita de verano. No me gustaba mucho ese trabajo, además de que no soy nada buena en ello. Me veo mucho más joven que otras profesoras, por lo que no me pescan mucho cuando están casi 20 niñitas juntas. No me explicaron inicialmente cómo iba a ser la cosa, por lo que no sabía cómo prepararme para ello. Se supone que tenía que hacer "cosas de nado sincronizado", pero en el fondo, las niñas solo querían jugar. Además, en ese horario, la piscina está fría, por lo que la mitad de las niñas estaban fuera del agua, y tampoco tenía algo lo suficientemente entretenido para hacerlas entrar de nuevo, porque hacer "cosas de nado" no lo es cuando uno recién empieza. Y como no soy tan buena improvisando juegos en el agua cuando tengo que estar al mismo tiempo llamando a las cinco niñas que están 15 metros más allá y que se demoran un montón en nadar de vuelta, y entre que llegan, otras cuatro están abrazadas y no se sueltan ni escuchan nada a su alrededor. Igual sería más fácil si me supiera los nombres, pero... ya qué, ya pasó.
Si es que el próximo año me vuelve a tocar esto, estaré preparada. Por ahora, con mis propios entrenamientos entre medio y estar todo el rato a contratiempo, agradezco que haya terminado.
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